Seguro que no recuerdas la última vez que te tomaste la presión arterial, pues puede que no lo hayas hecho desde hace mucho tiempo o nunca lo hayas hecho, pero es importante estar al tanto de tu salud cardiovascular.
La hipertensión arterial es una afección común, se estima que hasta “80% de la población en México vive con esta enfermedad silenciosa, que no da síntomas y está relacionada con el sobrepeso y obesidad”, afirmó el jefe de la Clínica de Trasplantes y Asistencia Ventricular del Hospital de Cardiología de Siglo XXI, José Ángel Cigarroa López.
La población más afectada son personas de 60 años de edad y más. Sin embargo, la hipertensión no debe considerarse una consecuencia normal del envejecimiento o darse por entendido que la población más joven no puede padecer hipertensión, pues la hipertensión puede darse por varios factores.
Ahora, ¿qué es la hipertensión arterial?
Se considera hipertensión cuando la presión sanguínea se mantiene constantemente por encima de 140/90 mmHg. Esta condición puede ser grave si no se trata adecuadamente.
Hay diversos factores que aumentan nuestro riesgo de desarrollar hipertensión. Según la AHA (American Heart Association) hay dos tipos de factores de riesgo; los “no modificables” y los “modificables”, sigue leyendo y conoce cuales son.
Factores no modificables o que no podemos cambiar
Herencia genética familiar:
Si tienes antecedentes familiares de hipertensión, es importante estar alerta.
Edad:
A medida que envejecemos, aumenta la probabilidad de desarrollar hipertensión.
Sexo:
Suele afectar más a los hombres, pero siempre debemos recordar que las mujeres no están exentas de padecerla.
Raza:
El riesgo de enfermedades cardiovasculares no depende únicamente de la etnia o el grupo étnico al que pertenezca una persona, sino que está relacionado por una variedad de factores, incluyendo los hábitos de vida influenciados por la cultura, la genética, y las condiciones médicas de algunos países. Sin embargo, se ha observado que algunas poblaciones hispanas pueden estar en mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, siendo así que los hispanohablantes tienen el 2.º lugar en el mundo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Factores modificables o que podemos controlar con hábitos saludables:
Mantener peso saludable y buena alimentación:
El sobrepeso y la obesidad aumentan el riesgo de hipertensión arterial.
Mantener un peso saludable puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar hipertensión y otros problemas de salud ya que está relacionado el descenso del peso con el descenso en la presión arterial.
La acumulación de grasa (placa de ateroma) en el corazón puede ser perjudicial, ya que la grasa liberada produce sustancias (adipocinas) que pueden causan inflamación constante que pueden producir una obstrucción del vaso sanguíneo y condicionar un mal funcionamiento del corazón, debemos recordar que este proceso puede afectar otros órganos como riñones, ojos.
La obesidad también contribuye a la formación de coágulos sanguíneos y a un estado de sustancias inflamatorias de manera crónica de bajo grado, acelerando la acumulación de placa (grasa) en las paredes de los vasos sanguíneos de tal manera obstruir y, lo que puede llevar a la cardiopatía isquémica como coloquialmente lo conocemos como un infarto al corazón, al limitarse el paso de la sangre por la arteria el corazón no tiene suficiente oxígeno y sufre daño.
Limita la cantidad de sodio (sal) que comes: La sal de mesa es cloruro de sodio, un elemento que produce la retención de líquidos en tu cuerpo, esto ocasiona aumento del volumen de sangre, y por tanto elevación de la presión arterial.
Aumenta la cantidad de potasio en tu dieta: El potasio ayuda a relajar los vasos sanguíneos, lo que reduce la presión arterial al contrarrestar los efectos del sodio en la retención de líquidos y la constricción de los vasos.
El potasio lo puedes encontrar en: frutas como las ciruelas, pasas, pasas, naranja y plátanos, verduras como calabaza, papa, espinaca, jitomate y brócoli, leguminosas: lentejas, frijoles, nueces.
Come alimentos bajos en grasa, junto con frutas, verduras y granos enteros de manera equilibrada: Esto ayuda a disminuir el riesgo de hipertensión porque promueve la pérdida de peso y reduce la acumulación de grasa en las arterias, disminuyendo así la presión arterial y el riesgo de enfermedades cardiovasculares.
Actividad física regular:
Hacer ejercicio ayuda a mantener un peso saludable y, como resultado, a reducir la presión arterial.
Cada reducción de 1 kg de peso corporal se asocia con una disminución de 1 mm Hg en los valores de presión arterial, lo que significa que perder el 5% de tu peso actual tiene beneficios significativos en el control de la presión arterial, considerar que por cada kg de peso puede que logres reducir el valor de la presión en de 1 a 5 mmHg.
Se recomienda realizar al menos 150 minutos de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de intensidad vigorosa por semana, o una combinación de ambos, para mantener una presión arterial saludable.
Si no estás acostumbrado al ejercicio, es recomendable comenzar lentamente y elegir actividades que disfrutes, como caminatas enérgicas o andar en bicicleta.
Limitar el consumo de alcohol:
El consumo excesivo de alcohol también agrega calorías vacías a tu dieta, lo que puede resultar en un aumento de peso sin beneficios nutricionales.
No fumar:
El consumo del tabaco contiene algunas sustancias químicas que dañan las paredes de los vasos sanguíneos y los vuelve rígidos, lo que provoca acumulación de placa de grasa y estrechamiento de las arterias. Esto hace que tu corazón tenga que trabajar más para bombear la sangre a través de ellas.
Controlar el estrés:
Aprender a relajarse y manejar el estrés no solo mejora tu salud emocional, sino que también ayuda a disminuir la presión arterial alta. El estrés crónico puede tener un impacto negativo en la presión arterial, en parte debido al aumento de la producción de cortisol, una hormona del estrés.
El cortisol es liberado por las glándulas suprarrenales en respuesta al estrés y puede aumentar la presión arterial al hacer que los vasos sanguíneos se contraigan y al aumentar la retención de sodio por parte de los riñones. Esta combinación de efectos puede elevar la presión arterial a niveles poco saludables si el estrés persiste a lo largo del tiempo.
Las técnicas de manejo del estrés, como el ejercicio, la música relajante, la concentración en actividades tranquilas o serenas, y la meditación, ayudan a reducir los niveles de cortisol en el cuerpo, lo que a su vez contribuye a la disminución de la presión arterial y a la mejora de la salud cardiovascular en general.
Para una comprensión más detallada de qué factores de riesgo son modificables y cuáles no, te proporcionamos una tabla que complementa la información del artículo, incluyendo aquellos que no fueron mencionados en el texto principal pero son igualmente relevantes para tu salud.
Si tienes alguna pregunta o sospecha de estar desarrollando problemas con tu presión arterial, no dudes en consultar a un médico. En caso de tener un diagnóstico reciente de hipertensión propio o de un familiar cercano, considera también buscar ayuda psicológica para apoyar en el cambio de hábitos, la aceptación y asimilación de un nuevo de vida más saludable.
Tu bienestar está en tus manos, y en Zana, estamos aquí para apoyarte en cada paso del camino.