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Estrés postraumático: ¿Cómo impacta un trauma en las personas?



En el día a día es normal que hablemos de estar “estresados o estresadas”, incluso confundimos este término con padecimientos más severos como la ansiedad, la fatiga crónica y/o la falta de control de impulsos. Sin embargo, el estrés sí puede llegar a transformarse en un problema, sobre todo cuando este se deriva a una exposición constante a eventos que pueden desarrollar lo que se conoce como “trauma”.

 

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¿Cuándo el estrés se convierte en un problema?

En el estrés normal, la mayoría de las manifestaciones son producto de eventos específicos y cotidianos, dichas manifestaciones desaparecen a lo largo de los días y se convierten en una anécdota o recuerdo desagradable que cuentas en tus fines de semana, no obstante de acuerdo con estudios realizados, esto no sucede del 7 al 10% de la población, quienes desarrollan reacciones persistentes transformándose así en un trastorno de estrés postraumático o TEPT.


De acuerdo con el DSM-5 , manual de utilidad para los profesionales de la salud mental, el TEPT se define como el conjunto de respuestas emocionales intensas que tiene una persona que vive de forma repetida, vivió, o conoce de forma cercana a alguien que pasó una experiencia traumática o catastrófica. Estas experiencias van desde situaciones normalizadas por las sociedades (como el maltrato infantil, el abuso o la discriminación) hasta eventos catastróficos como las guerras, desastres naturales o pandemias (tal fue el caso de COVID-19).


Las respuestas emocionales intensas vienen acompañadas de síntomas de intrusión asociados al suceso traumático, tales como:

  • Recuerdos angustiosos (imágenes del evento que generó el trauma)

  • Sueños recurrentes (reales o abstractos pero relacionados con el evento)

  • Reacciones disociativas (ej. regresiones o pérdida de contacto con la realidad)

  • Malestar psicológico intenso (ansiedad, depresión, obsesiones, fobia, etc.)

  • Reacciones fisiológicas intensas (sudoración, temblores, malestares gastrointestinales, etc.)

Cabe mencionar que un síntoma intrusivo es una reacción repentina o abrupta que puede experimentar la persona que tiene TEPT luego de alguna situación que le lleve a recordar el momento que vivió. Por eso mismo, la persona evitará a toda costa las cosas que se asocien a ese momento, tales como olores, lugares, imágenes e inclusive personas o recuerdos.


Aunado a estos síntomas, las personas también pueden experimentar pensamientos disfuncionales, estados emocionales intensos (tales como ansiedad, frustración y depresión), olvidos involuntarios de ciertos momentos que vivió durante el suceso y pérdida de interés o de agrado por ciertas situaciones que antes le parecían placenteras. Será muy normal entonces que la persona que esté viviendo con TEPT se aleje de sus seres queridos, se sienta ajeno a ellos y ellas y que tenga una visión distorsionada de los demás y del mundo.


Las señales más comunes que el TEPT puede dar son la hipervigilancia y la reactividad, estos síntomas suelen ser observados por las personas que rodean a la persona que vive el TEPT y que pueden representar una señal de alarma, por eso es importante estar al pendiente de las siguientes manifestaciones:

1. Comportamiento irritable y arrebatos de furia

2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.

3. Hipervigilancia (estar alerta de que te hagan algún daño).

4. Respuesta de sobresalto exagerada.

5. Problemas de concentración.

6. Alteración del sueño.



¿Quiénes somos vulnerables a padecer TEPT?

Es importante destacar que estas reacciones no solo se deben al evento traumático por sí solo, sino también a la vulnerabilidad genética, a factores ambientales o al nivel sociocultural, y por ello, un tratamiento apropiado puede ser crucial en el paciente, siempre y cuando sea iniciado por una buena evaluación y el diagnóstico oportuno de un psicólogo o psicóloga especialistas del área clínica y de la salud.


La prevalencia de TEPT se eleva en poblaciones con altos índices de exposición a eventos traumáticos, como los y las soldados en la guerra. Los casos más comunes de estrés postraumático en México y América Latina se deben a la vivencia de abuso físico, sexual o económico, a ser víctima de la delincuencia organizada e incluso a la pérdida repetida de familiares, amigos o conocidos por eventos como lo que representó el COVID-19. Por ello, su atención representa una prioridad, y lo más importante es que el tratamiento sea llevado a cabo por un profesional de la salud mental.



Pareciera entonces, que es un padecimiento meramente de personas adultas, sin embargo, esto no es así. Las infancias también son susceptibles a experimentar los efectos del TEPT y hay que estar al pendiente de los síntomas, ya que suelen aparecer en los primeros 3 meses posteriores al trauma, con reacciones similares a las de un adulto pero mucho menos reguladas.


Con ello cabe mencionar que el estigma que existe al observar malos comportamientos en las infancias puede llevarnos a creer que se trata de un berrinche o rabieta, más no siempre es así. De acuerdo con el IMSS las infancias pueden manifestar:

  • Representación del trauma en el juego, los dibujos o las verbalizaciones.

  • Sueños sobre el trauma que pueden generalizarse a pesadillas sobre monstruos, rescates, amenazas hacia él o los demás.

  • Pueden creer que existen diferentes señales o presagios que les ayudarán o servirán de aviso ante posibles traumas o desastres (ej. la idea de que ellos o ellas son símbolo de mala suerte o traen mala suerte a las personas que los rodean).


Ante esto, es importante la exploración psicológica de toda persona que haya sido expuesta, directa o indirectamente a:

  1. Amenaza, acoso sexual por vía telefónica

  2. Violación

  3. Presenciar actos violentos

  4. Ataque físico

  5. Accidentes

  6. Combate bélico


Estos sucesos son considerados los más comunes cuando de TEPT se habla, es importante entender que hay factores que influyen activamente en desarrollar un estrés postraumático, tales como el sexo, el género, la orientación sexual, la escolaridad, el coeficiente intelectual y la etnicidad, lo que lleva a entender la importancia del acceso a la salud integral de todos y todas para evitar el desarrollo de padecimientos de salud mental.



¿Qué hacer en caso de creer que tengo TEPT?

La recomendación inicial es siempre comenzar un proceso de psicoterapia que esté basado en evidencia científica, e incluso revisar que el profesional que llevará dicho proceso tenga cédula para ejercer como terapeuta, ya que es importante evitar revivir el trauma de forma innecesaria en este tipo de espacios para evitar así efectos contraproducentes. Específicamente se te recomienda consultar un profesional con enfoque cognitivo-conductual, pues ese enfoque psicológico tiene la evidencia científica más fuerte de la eficacia para el tratamiento de trastorno de estrés postraumático, es decir, la investigación muestra que el tratamiento es directamente responsable de la mejoría de la condición de la enfermedad.


Del mismo modo, se te invita a seguirte informando sobre el tema y no olvidar revisar el blog de Zana, donde seguiremos escribiendo sobre el Trastorno de Estrés Postraumático para poderte brindar información adecuada para la detección y tratamiento de este tipo de padecimientos.


Recuerda también que dentro de los servicios de Zana contamos con profesionales especialistas en el tema y que pueden brindarte orientación y estrategias sencillas para iniciar un tratamiento adecuado a este tipo de estrés que es cada vez más común en nuestros días.


 

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Referencias bibliográficas:
  • Asociación Estadounidense de Psiquiatría (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-5) (Quinta edición). Madrid: Editorial Médica Panamericana. ISBN 978-8-4983-5810-0.

  • Barrantes, M., Bermúdez, L. & Bonilla G. (2020) Revista Médica Sinergia, 5 (9), ISSN:2215-4523 / e ISSN:2215-5279

  • IMSS (2015) Guía de Referencia Rápida: Diagnóstico y Manejo de Estrés Postraumático. Dirección de Prestaciones Médicas.

  • Rojas, M. (2016) Trastorno de Estrés Postraumático. Revista Médica De Costa Rica Y Centroamérica, LXXIII (619). Pp. 233 - 240.



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